Wednesday, July 13, 2011

Moreno y el Político Como Culebrero

El fracaso de la administración de Samuel Moreno generó la percepción entre la ciudadanía que la ciudad ha retrocedido significativamente en los frentes de movilidad y transparencia.  Pero un segundo efecto importante poco discutido hasta el momento tiene que ver con el mercado de la política, o para ser más preciso, con la demanda en el mercado de candidatos a la Alcaldía: parecería ser que para la ciudadanía el único prerrequisito que debe tener el sucesor (o sucesora) de Moreno es que sea honesto sin importar qué propone o mejor aún, qué tan viable es lo que propone.  Y en la política, como es bien conocido desde el trabajo del economista escocés Duncan Black de mediados del siglo pasado, “la demanda crea su propia oferta”: los candidatos--- la “oferta de ideas políticas”--- se alinean con respecto a las preferencias del electorado--- la “demanda”.
Basta ver las propuestas de los diferentes candidatos para convencerse de esto: no sólo prometen arreglar definitivamente el problema de movilidad de la ciudad (metro por acá o por allá, trenes ligeros y expansión en la calidad y cobertura de Transmilenio), sino que vislumbran una ciudad más incluyente e igualitaria (salud, educación y espacio público), más segura, más productiva y eficiente, más limpia, y la lista de promesas continúa.  Pero ningún candidato hasta el momento ha mostrado que lo que proponen es viable, es decir, que los escasísimos recursos con los que cuenta la ciudad alcanzan para financiar si quiera una parte de lo que el recetario mágico de sueños que nos venden contiene.
Lo paradójico del asunto es que en esta contienda electoral que se acerca el abanico de candidatos se destaca por ser en general bien preparado.  Pero el sesgo psicológico del electorado está ahí, y en este momento, lo que importa es que sea quién sea el ganador (o ganadora), pase el rasero anticorrupción, legado indiscutible de los errores de Moreno.  Por eso, unos y otros ponen a sus equipos de trabajo a demostrar lo que han hecho en ese frente: cuántos escándalos de corrupción destaparon en los últimos años, a qué partido renunciaron por sus prácticas corruptas o clientelistas, etc.
La contienda electoral hasta ahora comienza, y faltando aún varios meses para definir la contienda, vale la pena pedir que se haga claridad sobre esto.  La forma es muy sencilla: no basta que nos digan cuáles son los objetivos y las metas que quieren alcanzar.  Lo que falta es que nos digan con cuánta plata cuenta la ciudad, y cuánto vale lo que proponen.  Como la plata no va a alcanzar para todo, tendrán que decirnos cuáles son sus prioridades de gasto e inversión, y sólo así podremos decidir entre uno y otro candidato.
Pero como la lección del economista escocés sugiere, no podemos esperar que los candidatos lo hagan por sí mismos.  Sólo lo harán cuando la ciudadanía se los demande, y sólo en ese momento habremos recuperado el principal legado de las administraciones exitosas del pasado: un electorado maduro que obliga a sus candidatos a abandonar las listas de promesas imposibles de alcanzar.

Thursday, February 24, 2011

¿Qué sabrá Dios?

Esta semana llega su fin el juicio por la demanda que Ernesto Samper ha interpuesto en contra de la columnista Claudia López por una columna escrita en el año 2006.   En el centro de la discusión está la siguiente frase aparecida en la columna que motiva la demanda: "(...) sabrá Dios si habrá intercedido también en los planes para eliminar a quienes pudieron ser piezas clave para develar sus andanzas, como la ‘monita retrechera’ y el ex conductor de Serpa, quienes no murieron de gripa sino acribillados cuando iban a contarle a la Fiscalía lo que sabían (algo que solo podrían corroborar los sicarios, si es que no los mataron también)."

La columnista presenta en una reciente columna los argumentos de su defensa.  En lo que parece ser un singular uso del concepto de precedencia legal, López muestra evidencia clara que no fue la primera ni la última en sugerir que los nexos de Samper con el narcotráfico realmente existieron.  Parecería ser que la ausencia de demandas contra los otros sospechosos es argumento suficiente para archivar la demanda.  De igual manera, parecería que columnista apela al mismo argumento para sugerir que la frase citada anteriormente tampoco puede ser motivo de demanda: en este caso el precedente es el esposo de la famosa "monita retrechera" que escribió en una carta a la Fiscalía sus sospechas y pide de ésta una investigación contra el ex Presidente.
Siguiendo con esta misma lógica, valdría la pena preguntarse si un fallo absolutorio de la columnista serviría como precedente legal para que en el futuro cualquier persona con acceso a un medio de comunicación masivo pueda camuflar una "imputación penal" utilizando al altísimo como intermediario de sus intuiciones o sentimientos.  Aunque la figura del precedente no existe en el derecho colombiano (ver acá argumentos a favor y en contra de esta posición), no es difícil imaginarse el anterior escenario como consecuencia esperada del hipotético fallo.  ¿Es esto deseable?  En mi opinión la respuesta es negativa, y creo que en este caso--- a diferencia de los otros que la columnista menciona--- Claudia López abusó del lenguaje de manera peligrosa.
Para ver por qué, imaginemos el escenario en donde alguien escribe en una columna de opinión en un medio de amplia divulgación algo como: "sabrá Dios si Claudia López manipuló las estadísticas y testimonios en sus investigaciones sobre parapolítica".  La sola frase genera un manto de duda que seguramente afectará de manera negativa a la columnista, independientemente de la veracidad de la misma.  ¿Estaría de acuerdo López que en este caso tampoco cabe una demanda por injuria o calumnia?  Sabrá Dios cuál sea su opinión. 
Ya para finalizar es importante que separemos nuestras intuiciones y sentimientos sobre el ex presidente Ernesto Samper de lo que realmente está en juego.  Acá no está en juego su buen nombre (que sólo podrá recuperar cuando la amnesia política empiece a operar), sino los límites que debe haber sobre cualquier derecho, y en este caso particular, sobre el derecho a opinar.  Apelando a una frase que últimamente se ha puesto de moda en Colombia, en este caso el fin no justifica los medios.

Saturday, June 12, 2010

Errores Mockusianos


La campaña de Mockus puede verse como un éxito o un fracaso, según el punto de vista que se tome.  Sin lugar a dudas es un éxito que todavía haya gente que esté dispuesta a votar por Mockus, muy a pesar de Mockus.  Pero incluso esta visión optimista muestra en sí misma que realmente debe calificarse como un rotundo fracaso.   En los debates presidenciales, el candidato-filósofo-matemático ha sido un verdadero desastre.  Para ser un filósofo es pésimo debatiendo.  Le falta claridad para comunicar sus ideas, y sus constantes pausas desesperan hasta al más convencido de sus seguidores.  Miremos, por ejemplo, el principal tema donde es absolutamente increíble que haya sido capaz de responder a los innumerables papayazos que su contrincante ha dado.

"La campaña de Santos sí tiene propuestas (detalladas, con números y cifras), y Mockus no propone nada."


A primera vista esta crítica parece ser cierta.  Pero, ¿realmente lo es?  El plan de gobierno de Santos tiene muchas cifras y lo que parecen ser muchas propuestas concretas, pero Mockus falló en decir, vehementemente, que lo que algunos ven como una debilidad en su programa de gobierno (algo que también criticaron todo el tiempo en Fajardo, antes de adherir al candidato del Partido Verde) realmente es una muestra clara de lo que Mockus ofrece: no más mentiras en los programas de gobierno.  Hacer promesas es fácil.  No sólo eso, hacerlas con datos en la mano es igualmente fácil, como cualquiera que haya trabajado en el Departamento Nacional de Planeación (o en Minhacienda) o leído un Plan de Desarrollo se puede dar cuenta.  Estos planes de desarrollo no son más que un montón de propuestas, con un puñado de cifras que las fundamentan, y poco o nada de éstas realmente se ponen en práctica.  Lo mismo pasa con el plan de Santos, pero Mockus, poco conocedor de temas económicos, ha sido incapaz de mostrarlo (aunque en el último debate reaccionó por fin en esta dirección... lástima que hayan tenido que pasar 5 minutos de Santos dando cifras y varios silencios del candidato verde para que esto sucediera).  No sólo eso, sólo hay que volver a mirar lo que Uribe prometió en su plan de gobierno.  De todas sus propuestas, la única en la que realmente avanzó fue la que explica realmente por qué lo eligieron: acabar el conflicto.  A esto hay que añadirle que Uribe tuvo durante sus dos gobiernos mayorías parlamentarias, y sólo mediante el uso de prácticas clientelistas que algunos aborrecemos, pudo pasar algunos de sus proyectos de ley.   Santos promete mucho, y muchos puntos son groceramente contradictorios (por más que el modelo de consistencia macroeconómica del DNP, que Echeverry conoce bien y que no dudo ha utilizado personalmente, no sólo para darle un tono de seriedad al programa, sino que probablemente utilizó recurrentemente en sus oficios como consultor antes de apoyar la actual campaña), y otros simplemente idealistas (por ejemplo, cómo piensa exactamente reducir la informalidad? En esto ha sido tan vago y difuso como el mismo Mockus).

Mockus debería haber sido mucho más vehemente en señalar esta diferencia.  El plan de Mockus-Fajardo parece estar centrado en la legalidad y la educación.  Aunque sigo dudando exactamente cómo puede generar el cambio cultural que propone (y no sólo eso, su relativo éxito cuando hay incentivos materiales tan poderosos) en el campo de la educación hay mucho que se puede decir, cifras en mano.

No creo ser muy original, o tener un poder predictivo fuera de serie, para decir que es poco probable que Mockus gane.  Quienes no vamos a votar por Santos podemos entonces votar por Mockus, votar en blanco, o abstanernos.  Dado que yo siempre voto, en este momento estoy dudando si premiar a un candidato tan torpe como Mockus, o votar en blanco.  Aunque mi voto no va a cambiar los resultados, por lo menos intentaré estar tranquilo conmigo mismo.

Santos, la división de poderes y FDR


El candidato uribista Juan Manuel Santos cita con frecuencia a Franklin Delano Roosevelt (FDR), presidente de EEUU entre 1933 y 1945, al tener que responder la pregunta sobre qué hacer para recomponer las maltrechas relaciones entre los poderes judicial y ejecutivo en el país.  Siendo el audaz político que es, Santos esquiva la pregunta diciendo que el poder judicial debe hacer parte de su "gran pacto de unidad nacional por la prosperidad" y cita a FDR diciendo que en las democracias modernas los poderes del poder público deben marchar en la misma dirección para que funcionen de manera correcta.

FDR tuvo enfrentamientos muy fuertes con la Corte Suprema en EEUU, cuyas principales responsabilidades son más cercanas a las de la Corte Constitucional  que a las de la Corte Suprema de Justicia colombianas.   El escollo principal que enfrentó fue lograr que la Corte aprobara la constitucionalidad de varios de los programas propuestos por FDR y luego discutidos y aprobados por el Congreso.  Hay que recordar que las principales reformas de su gobierno consistieron en un paquete de ayudas para los más pobres durante la Gran Depresión, la peor crisis económica mundial del siglo XX.  Su plan consistió no sólo en restringir el funcionamiento de los  mercados--- y en particular el mercado financiero--- sino en proponer una serie de reformas que implantaban, por primera vez en la historia del país del norte, un estado de bienestar parecido al que varios países europeos ya habían implantado.  La Corte, renuente a dejar que el Estado asumiera papeles que por tradición han sido asignados exclusivamente al mercado fue víctima de varios ataques y discursos por parte del primer mandatario.  Su último ataque fue intentar aumentar el número de jueces de la alta corte para lograr tener una mayoría que aprobara la constitucionalidad de sus reformas.  Aunque FDR no pudo lograr reformar la Corte Suprema, al final, gracias a sus sucesivos períodos presidenciales--- cuatro en total hasta su muerte--- logró tener una mayoría totalmente elegida por él.

Conociendo mejor esta historia, quedan varias preguntas sobre el uso recurrente del ejemplo estadounidense en las respuestas de Santos.  ¿Por qué es tan importante, o significativa la experiencia de FDR?  El argumento de Santos parece ser que si una figura como el presidente norteamericano pudo acabar con el balance de poder, en Colombia algo parecido puede no sólo ser recomendable sino también necesario.  Suponiendo que argumentar por analogía es lógicamente válido, podría uno también decir que como FDR se hizo reelegir tres veces, en Colombia algo parecido debería implementarse.  Sobra decir que el uso de analogías carece totalmente de validez argumentativa y encontrar ejemplos es fácil (ej. EEUU bombardeó Iraq, luego Colombia puede hacerlo también con los vecinos).

Pero el análisis histórico muestra, sin lugar a dudas, varias facetas de Santos a las que muy probablemente deberemos acostumbrarnos, y que tristemente--- aunque no es sorprendente luego de la presidencia de Uribe--- los colombianos están dispuestos a reelegir masivamente.

Saturday, May 22, 2010

Mockus, el castigo social y la cooperación

La noticia de un joven que fue golpeado por reclamarle a un grupo de personas que decidieron entrar sin pagar a Transmilenio me recordó uno de los grandes éxitos de Mockus como alcalde de Bogotá.

Empiezo por darle un contexto teórico a la discusión.  Probablemente uno de los juegos más estudiados en las ciencias sociales es el Dilema del Prisionero, en donde dos individuos deben decidir si cooperan o no.  Si lo hacen, los dos obtienen el máximo beneficio posible.  Si ninguno coopera ambos pierden un poco en relación al resultado socialmente deseable.  Lo interesante de este juego--- lo que lo vuelve un dilema--- es que si los dos jugadores actúan de manera racional, pensando únicamente en ellos, el único resultado estable (un "equilibrio") es que ninguno coopere, resultado lamentable por supuesto, pues si existiera algún mecanismo creíble, ambos estarían mejor si cooperan entre ellos.  Si el juego se repite (infinitas veces), los individuos cooperarán en equilibrio, una y otra vez, si existe alguna estrategia en donde cuando uno no coopere, el otro lo castigue el siguiente período; una de estas estrategias es la de Ojo-por-Ojo (traducción mía del "Tit-for-Tat" en inglés).

Utilizando este modelo, algo abstracto, y aplicándolo para el caso de una sociedad con muchos individuos, no es difícil pensar que para que sea sostenible en el tiempo debe haber mecanismos tales que garanticen la cooperación entre ellos, siendo uno de estos el del castigo social: si alguien hace algo indebido, los demás lo señalan y lo castigan.  La ley, en sí misma, si se aplica, cumple con esta función social, pero en muchos casos, faltas menores que son deseables de controlar, pero que son difícilmente monitoreables a través de mecanismos policivos, podrían reducirse a un mínimo socialmente aceptable a través del castigo social.

Mockus, por medio de pedagogía y avisos con un dedo hacia arriba en señal de aprobación, y uno hacia abajo en caso contrario, logró hacer algo que parecía imposible en una sociedad, como la bogotana, que se había acostumbrado a que cualquier tipo de castigo social podría poner inmediatamente en riesgo su vida.  La solución fue absolutamente genial: los ciudadanos deben empezar a ejercer control y castigo social, pero éste debe hacerse de manera tal que no ponga en riesgo sus vidas.  La forma de estandarizar el proceso fue por medio de las señales previamente descritas, lo que garantizaba que el infractor supiera que esa regla de juego era socialmente aceptable, y al mismo tiempo minimizaba el riesgo de agresión por parte del infractor, en respuesta a un reclamo igualmente agresivo.

Teniendo en cuenta el contexto en el que vivió Colombia durante los 80s y 90s con el narcotráfico y los considerablemente mayores índices de violencia, lo de Mockus fue apoteósico, y necesario.  Cuando uno tiene la posibilidad de vivir en el exterior, en sociedades desarrolladas, se da cuenta que el control social es aceptado y se utiliza con frecuencia.  La pregunta de siempre es la de causalidad: qué fue primero, el huevo (el desarrollo económico) o la gallina (la obediencia cívica).  La pregunta sigue estando abierta, pero en este caso particular, es intuitivo pensar que una condición necesaria para que una economía logre desarrollarse es que existan mecanismos que garanticen la cooperación, que es el argumento principal de economistas institucionalistas como Douglass North.

Queda la duda, si algo como el experimento de Bogotá se puede repetir a nivel nacional.  La tarea es considerablemente más difícil, en particular porque los incentivos para desviarse son poderosos, que no era el caso de las infracciones menores que Mockus redujo por medio de pedagogía cívica en Bogotá.

Mockus, ¿presidente?

A casi una semana de las elecciones presidenciales, las encuestas muestran todavía, y de manera consistente, a Mockus y a Santos en la delantera, y es cada vez más improbable que alguno de los dos gane en primera vuelta.  En materia económica y en el conocimiento de algunos temas de Estado, Santos parece llevarle ventaja a Mockus, quién, en los más recientes debates y entrevistas ha mostrado su falta de experiencia en temas claves a nivel nacional.  Santos genera una amplia animadversión entre los antiuribistas, pero en un país donde el Presidente todavía tiene gran aceptación esto no puede explicar por qué el candidato del partido verde tiene posibilidades reales de ganar.  Más bien, el fenómeno se puede explicar por lo que parece ser un rechazo genearlizado a las prácticas politiqueras que, con algo de razón, se le endilgan al candidato del Presidente.

¿Qué puede pasar en si Mockus llega a la Presidencia?  Por un lado, da confianza el hecho que Mockus entiende y acepta sus debilidades, y se rodee de expertos en temas fundamentales a nivel nacional.  Fajardo sería un excelente Ministro de Educación, y me gustaría ver a Peñalosa más como Ministro de Transporte que como Ministro de Defensa.  En materia económica, Salomón Kalmanovitz o Alejandro Gaviria podrían ser miembros activos del gabinete, reforzando así la principal falencia del candidato verde.  En general, estar rodeado de expertos en cada uno de estos frentes da confianza al elector preocupado por lo que puede ser una propuesta de gobierno superficial e idealista.

Pero si la principal razón del electorado para votar por Mockus es su transparencia y honestidad y la disposición absoluta que tiene en la lucha contra la corrupción, ¿puede Mockus realmente cambiar la forma como se hace política?  La respuesta no es fácil, pero un análisis breve detrás de los incentivos del mercado de políticos puede dar algunas luces.

Un primer cambio que se puede lograr es hacer que la ciudadanía sea responsable del control político.  Esto lo puede hacer por medio de pedagogía y de dar ejemplo.  En democracias avanzadas esto sucede por medio de organizaciones de individuos y la democratización de internet puede facilitar aún más la labor.

Por otro lado, dudo mucho que logre, en el corto plazo, un cambio en la "oferta" de políticos, caracterizada actualmente por individuos que, en su mayoría utilizan el poder para su propio beneficio.  La idea de una democracia con políticos altruistas, cuyo único interés es el bien común del "país" o de su grupo de interés es utópica y en este caso, los incentivos son poderosos.  Sin embargo, la historia reciente del país--- y en particular las exitosas alcaldías en Bogotá y en Medellín--- muestra que puede haber un efecto importante sobre la oferta de políticos.  Una característica del mercado actual es que hay poderosas barreras a la entrada de políticos honestos, puestas desde adentro por la mayoría deshonesta.  El caso de un Presidente honesto--- así como el de un Alcalde honesto--- puede cambiar las expectativas de quienes estén considerando empezar a caminar el curvilíneo camino de la política, y pensar que realmente sí es posible lograrlo (por ejemplo, ¿habría podido Fajardo llegar a la alcaldía de Medellín sin el éxito de Mockus-Peñalosa en Bogotá?  ¿Lo habría siquiera intentado?).  Intuyo que de llegar Mockus a la Presidencia, una nueva camada de "políticos buenos" podría engrosar la oferta de políticos, y, dado que el mercado está restringido a unos cuantos puestos, sustituir a algunos de los "malos políticos".

Finalmente, Mockus podría también tener un efecto sobre la "demanda de políticos".  El elector muestra desinterés cuando es indiferente entre un político malo y cualquier otro: en la práctica sabe que nada va a cambiar y que los dos van a robar o usar el poder para su propio beneficio.  Pero si la experiencia Mockus es positiva, esto puede alimentar la demanda de "buenos políticos" que, sumado al efecto sobre la oferta, terminaría por llevarnos a lo que los economistas llamarían un "equilibrio superior", es decir, un estado de la naturaleza que es mejor para la sociedad en conjunto.

Pensando como científico social, me gustaría ver a Mockus ganar: sería una experiencia única para ver qué tanto puede afectar un "buen político" el equilibrio de corto, mediano y largo plazo, y poner a prueba lo que las más simples intuiciones sugieren.  Como colombiano espero que el experimento funcione.  Dudo mucho que los costos de no hacerlo sean altos, y ojalá más colombianos piensen lo mismo.

Monday, May 3, 2010

El disfraz santista

Ya en alguna ocasión escribí por qué desconfío de los candidatos que, como Juan Manuel Santos, tienen la camaleónica facilidad de cambiar su plumaje ideológico con tal de llegar al poder. Desconozco si esta preocupación genera la misma desconfianza en el elector promedio, o mediano--- como lo llamarían los economistas y politólogos--- pero de ser así, el pronunciamiento de hoy debería perjudicarlo aún más en las encuestas.

Ojalá sea así. Ojalá podamos vencer, probablemente por primera vez en la historia reciente, al clientelismo y la politiquería. Vamos a ver hasta dónde llega la gallardía del electorado colombiano.

DV